sábado, 21 de marzo de 2009

24 de Marzo Reflexines Jorge Rulli, para formación de cuadros

El 24 de Marzo y Algunas Reflexiones sobre la Historia Reciente
El próximo 24 de marzo convoca a reflexionar en aquellas intensas experiencias revolucionarias vividas por nuestros sectores medios en los años setenta, y en el modo en que esa etapa deviene, en paradigma de todo pensamiento, en patrón ineludible de cualquier interpretación histórica, en la forma que fija conductas y reflejos, y en cómo se reproduce en una nueva generación más joven, clonada en aquellos modelos y dispuesta a reconocer que solo le resta rendir culto al pasado y vivir su propia contemporaneidad, tan solo como las migajas de un banquete.

Tanto las reparaciones históricas como las políticas de derechos humanos, están dirigidas exclusivamente a esa época casi mítica de los setenta, y frente a la magnitud de luz que irradian, importa menos el presente; cuánto menos importará todavía, el pasado mediato… Muchos de los que en aquellos años participaron en los procesos revolucionarios, sienten que lo que debían o podían hacer ya fue realizado, que los proyectos revolucionarios se consumaron y extinguieron, que la época de la adrenalina y de los sueños terminaron, y que ahora tan solo resta el ejercicio del gobierno, un regalo que sienten merecido, en la medida en que el Pueblo estaría en deuda con ellos por aquellos sacrificios, y que en ese rol deben administrar, hacer gestión y saber convivir y negociar con los nuevos actores del poder económico. No tan solo podemos ver en nuestro país, este drama de una generación frustrada, renegando de sus sueños del pasado, en el actual ejercicio del gobierno y haciendo lo contrario de lo que se suponía los conducía a soportar en años anteriores, la cárcel y las penurias de la disciplina revolucionaria. Toda América Latina es una expresión clara de este vuelco, y de cómo se administran con discursos de izquierda las relaciones con los mercados globales, con las nuevas tecnologías corporativas y hasta con los tratados de libre comercio con los EEUU.

Para comprender esta etapa, deberíamos poner en discusión la Globalización, comenzando por su propia existencia y naturaleza, es decir, como dominio de los mercados y del poder transnacional. La Globalización, sería más compleja e iría mucho más allá de lo que el común de la izquierda denomina imperialismo. Se trataría entonces, de revisar y retomar el anticolonialismo que nació en la posguerra europea, ese modo de rescatar el Estado Nación para ponerlo al servicio de los procesos liberadores. Aquel nacionalismo revolucionario de los pueblos de la periferia, generó modos de comprender el mundo que terminaron como ciclo, en los años sesenta con las luchas de Indochina y Argelia, y en nuestro país con la segunda Resistencia peronista que va desde el voto a Frondizi en el 58 al Plan Conintes del año 60. El triunfo de los “barbudos” en la isla de Cuba, comenzó a instalar por aquellos años un nuevo paradigma, que, luego del bombardeo a La Habana y a partir del discurso de Fidel en el entierro a los caídos, se embanderó abiertamente con el campo socialista y con el marxismo. Desde entonces, hasta la implosión de la URSS y la caída del muro de Berlín, ese paradigma fue hegemónico en las diferentes etapas de la lucha en toda América Latina y llevará a la muerte en Bolivia, al más lúcido y ardiente de sus revolucionarios, el argentino Che Guevara. El concepto de vanguardia y de “foquismo”, la confusión entre luchas sociales y guerra militar prolongada, la prioridad de las tecnologías bélicas en desmedro de la política y la idea del asalto al Poder que, presuponía que el Poder se encontraba en un lugar dado, no sólo significaron una grave involución de los esbozos de experiencias revolucionarias que el Peronismo había alcanzado en el año sesenta, sino que lamentablemente, y gracias a “Revolución en la Revolución” de Regis Debray, un compendio penoso de medias verdades, devinieron dominantes y fueron en la Argentina, en buena medida, causa de muchos de los desvaríos y de los enfrentamientos que desgarraron al proceso de la Revolución Nacional, y que condujeron al golpe militar del 76. Aquellos extravíos internos al Peronismo están aún por resolverse. Más todavía, son parte de muchos de los despropósitos que a nombre del peronismo hemos sufrido en Democracia, y no precisamente en el sentido de la radicalización que se intentaba imprimir en aquellos años… El fracaso del Peronismo en la década de los setenta, habría sido consecuencia entonces, de la confrontación entre nuevos y viejos paradigmas, expresándose desgarramientos y exacerbaciones, diferentes y encontradas miradas en un mundo que se preparaba para entrar en la Globalización.

Lamentablemente, el Imperio tenía estrategias claras, que la intolerancia y la ceguera en el campo popular no quisieron ver. El modelo actual de nueva dependencia, un modelo agro exportador con agricultura de insumos y monocultivos, con minería a cielo abierto y bosques implantados, fue tan planificado en sus presupuestos básicos como el proceso de des industrialización que acompañó al Terrorismo de Estado. Desde el interés de la contra insurgencia, la liquidación de la industria permitió resolver el problema del peronismo como hecho maldito de la sociedad argentina. A su vez, el despoblamiento masivo del campo en los años ochenta y noventa, permitió vaciar el territorio, dado que los intereses de las Corporaciones eran las industrias extractivas e incluyo a la agricultura, a la vez que, posibilitó superpoblar las nuevas periferias urbanas con masas indigentes sin mayor conciencia de clase, que, más allá de los conflictos permanentes que generaron para sobrevivir en las nuevas condiciones, nunca arriesgaron la instalación del nuevo modelo colonial. No lo hicieron, al menos en la medida en que capturadas por la izquierda y sus propuestas de hacer el socialismo o arrancar al Poder mayores planes asistenciales, fueron conducidas a un fondo de saco de la historia. Mientras la sopa de siglas de la izquierda se embriagaba en un revival de setentismo, por contar detrás de sus banderas a los nuevos proletarios, lo que ocurrió fue que apuntalaron el proceso de clientelización masivo, que el modelo reservaba para los desplazados de la agricultura.

El paradigma autoritario y mecanicista continúa compitiendo con el despertar de un nuevo paradigma más nacionalista y a la vez más libertario, que exprese la necesidad de autonomía y de participación, el mundo campesino y de retorno al campo, el mundo de lo femenino, las escalas de lo local y de lo enraizado en la tierra. Sorprendentemente, el Peronismo, en la medida que sea capaz de desembarazarse de la influencia de sus sectores progresistas y desarrollistas, y retorne a sus fuentes, podría hallar en su propia historia, los elementos necesarios para una comprensión profunda de hechos que Perón anticipó en su famosa y menoscabada carta ecológica del año 72 a los Pueblos del mundo. Las corporaciones han distribuido en el Planeta roles de producción y exportación, y si no comprendemos esos roles, poco importa que continuemos luchando por las viejas reivindicaciones sociales o la distribución de la riqueza, ya que devendremos funcionales al sistema instalado. Esas Corporaciones son las dueñas de las semillas en que se basa nuestra capacidad exportadora, o son las dueñas de nuestros puertos y nos fijan la estrategia del llamado “crecimiento”, conviven con las ensoñaciones setentistas, se alimentan, inclusive, de cierto antiimperialismo y aprovechan aspiraciones y propuestas de añadir valor a las exportaciones, para ahondar la situación de la dependencia colonial.

La Argentina devino en una Republiqueta sojera que sirvió para expandir las semillas transgénicas hacia los países vecinos. Hoy, ciertos funcionarios progresistas alientan la esperanza de que, no sólo continuemos siendo una “potencia” en producción de aceites y biocombustibles, sino que, exportemos maquinaria agrícola e insumos, paradójicamente, para los mismos propósitos de sembrar soja que nos ha colonizado. De igual manera, esos funcionarios sueñan con que reproduzcamos en nuestros laboratorios, tanto para nosotros como para el resto de América Latina, una Biogenética atada a la propiedad intelectual de los conocimientos y de los patentamientos de las Corporaciones. Debemos aceptar que, a partir de las Biotecnologías, tanto la ciencia como los negocios son una misma cosa, que las tecnologías no son neutrales, que los procesos de resistencia en el mundo globalizado deben ser complejos, plurales y ecológicos, y que importa poco que encarcelemos a los verdugos del proceso militar, si continuamos cumpliendo con el mandato impuesto por el golpe genocida del 24 de marzo.
18 de marzo de 2009
Ricardo dijo...
Correcto análisis de lo que sería el meollo del problema de la dependencia argentina.

Yo agregaría que las fuerzas armadas luego de cumplir eficientemente el papel de aniquilar toda forma de organización popular y de darle la jefatura económica a Martinez de Hoz, cometió un error gravísimo para sus intereses. Avanzado el proceso y ante el desgate de su gobierno y el aumento de la resistencia popular, a la cúpula militar se le ocurrió la temeraria idea de recuperar las Malvinas. Esto supuso para USA, “morder la mano del que te da de comer”. Un error imperdonable, similar al que cometió Saddam Hussein al invadir Kuwait y que tuvo la misma consecuencia: el desmantelamiento de la estructura militar argentina.

Siguiendo este razonamiento, creo que si Menem hubiera ganado las elecciones del 2003 hubiera echo las mismas políticas hacia los militares que Kirchner. La política hacia las fuerzas armadas de K no son sino las políticas de USA y que Menem, como buen lacayo, también las hubiera implementado de la misma manera. No se trata de ninguna reivindicación Montonera. Es una imposición de la alianza sionista-yanqui, que son los que mandan.

Si fuera correcto este razonamiento, entonces no se vería a esta política como setentista o montonera sino como pro-yanqui.

Creo que lo que piensan los antiguos montoneros hoy, es lo que piensa y escribe Firmenich (¡tranquilo Jorge!) o Perdia o Jorge Falcone, por nombrar algunos.
Luego hay gente que no se le puede negar su pasado montonero, pero hoy en realidad lo que están buscando es terminar sus aportes como funcionarios del estado, para poder jubilarse, ya que han participado de todos los gobiernos desde Alfonsin hasta nuestros días. Este comportamiento quizás haya que buscarlo en sus incapacidades para ganarse la vida trabajando y en haber estado siempre “profesionalizados”, viviendo del “presupuesto” del aparato y no como dice Jorge Rulli que sus trabajos en el Estado serían “un regalo que sienten merecido, en la medida en que el Pueblo estaría en deuda con ellos".

Bueno la corto aquí.

Felicitaciones por la defensa de nuestro futuro y adelante.

Un saludo, Ricardo.

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