jueves, 15 de enero de 2009

Con Lucidez y sin miedo, Rulli‏

EDITORIAL DEL DOMINGO 11 DE ENERO DE 2009

La crisis que conmueve a los países centrales, que barre con las previsiones de los expertos, y que continúa haciendo subir los índices del desempleo en los Estados Unidos, es el producto de la extrema insensatez de lo que se llamó la Globalización. El banquero Madof, que estafó en más de cincuenta mil millones de dólares a miles y miles de los hombres y mujeres más ricos del mundo, y que afectó gravemente los aportes de los grupos sionistas norteamericanos al Estado de Israel, no actuaba de manera demasiado diferente a como lo hacía cualquiera de esos otros tantos banqueros y ejecutivos de corporaciones, que ahora están siendo premiados con cientos de miles de millones de dólares por el gobierno norteamericano, en este caso, para evitar que el desplome de sus empresas provoque una mayor estampida financiera. La insensatez reinante no se cura sin embargo, con inyecciones de dinero. Esta locura que llamamos globalización es la consecuencia de la codicia sin freno, del desinterés absoluto por la vida humana, del desprecio por la ecología y por la suerte del planeta, de la pasión por la gran escala y de la alimentación frenética del consumismo. Lamentablemente, la insensatez generalizada y los mayores extravíos, parecen señalar los destinos de una época. La insensatez, es la maraña en que se nos envuelve y que deberíamos cada mañana limpiar de nuestros ojos, para volver a ver el mundo con ojos humanos. La maraña conque la insensatez enturbia nuestros ojos, es una maraña de intereses conspirativos, una maraña de desinformación y de inauditas complicidades. Que se nos presente como guerra, el ataque de un ejercito regular sobre una ciudad abierta, con previo ablandamiento por la artillería y con bombardeos aéreos, la ofensiva de un ejército que avanza sobre la población con una vanguardia de blindados, sobre una zona absolutamente urbanizada y encerrada entre el mar y unas fronteras taponadas, donde se amontonan un millón y medio de seres atrapados, sin Estado y sin ejército propio, con una infraestructura absolutamente desmantelada y en una situación de miseria material como no conocieron ni siquiera los ghetos europeos en su peor época de miserias, es parte de la manipulación abusiva de la que somos objetos en el reino de la insensatez. Se trata de cumplimentar con la martirización de Gaza, la doctrina de las zonas de sacrificio que los sionistas aprendieron en los campos de exterminio, donde resulta aceptable el crimen horrendo de permitir concentrar mujeres y niños como refugiados, en los locales de las Naciones Unidas tal como han hecho reiteradamente, para luego bombardearlos con impunidad y terminar con la resistencia, no de aquellos a los que se dice combatir, sino de los que todavía por ser niños, no llegaron siquiera a la madurez para decidirse a hacerlo… En la antigua Yugoeslavia a estos genocidios se lo llamó limpieza étnica. ¿Por qué razón en medio oriente, el mismo sistema parece legalizarse bajo formas de enfrentamientos militares o acaso de errores de procedimientos militares?

No podemos los argentinos, permitirnos ignorar las relaciones entre aquella espantosa realidad que esta viviendo Palestina y nuestra propia realidad de país sometido a las Corporaciones y al poder financiero internacional. Durante la crisis del campo tuvimos serios debates acerca de la existencia real de la llamada oligarquía vacuna y acerca del poder de los sojeros en el nuevo escenario de una Argentina globalizada. Repetidamente recordamos que la Sociedad Rural no expresaba lo que alguna vez había expresado socialmente, y que para su dirigencia era más importante los beneficios que le prestaban el uso del predio ferial de Palermo que sus antiguos rodeos. En ese sentido, manifestamos reiteradamente que, construirla como enemigo tal cuál se hizo en los días de la crisis del campo, constituía una maniobra que empañaba toda interpretación inteligente de la situación, equivocaba la lectura de las relaciones de poder y ocultaba la tragedia profunda de una Argentina neocolonizada. Dijimos asimismo, muchas veces, que tanto la ganadería como la lechería sufrían de una crisis crónica producto del menoscabo hacia ellas, de las políticas oficiales, y que resultaba común que muchos productores subsidiaran sus módulos de carne o de leche haciendo soja en el resto de sus tierras. No obstante, buena parte de esos intelectuales y de esa izquierda setentista que juegan a ser los nuevos mandarines de una cultura libresca, insistieron en sus quedadas tesis y no vacilaron en confrontar abiertamente con las posiciones del GRR. Las consignas contra la oligarquía vacuna son parte del carnaval tradicional de un progresismo y de una izquierda insensata. En muchos pudo ser un error de apreciación, tal vez una incapacidad de adecuar las nuevas miradas a la realidad cambiante de la nueva Argentina globalizada, una excesiva esquematización de la historia que conspira contra la comprensión de la realidad. Si, pudo ser un error. Justamente la Nación del día de ayer trae una interesante crónica sobre la intimidad de Gustabo Grobocopatel que vale la pena mencionar. En uno de sus párrafos, los cronistas nos dicen: “En la tierra de la "oligarquía ganadera", católica, pocas décadas atrás hubiera sido impensable que un judío llegara a ser "el rey de la soja", el principal referente nacional de la agricultura. Claro que se trata de una nueva agricultura, donde tener grandes extensiones de tierra -Grobo las tiene- es menos importante que saber armar grandes redes de servicios productivos y financieros y de conocimiento. Hace rato que la elite está cambiando”. Hasta allí La Nación, que si algo sabe es acerca de esto de si es más o menos importante que antes, el hecho actual de tener tierras o arrendarlas… Lo que nos preguntamos es, qué ocurre con nuestros analistas, con esos editorialistas de izquierda y con esos miles de intelectuales nacionales y populares que no supieron ver lo que tienen delante de los ojos. Aún más todavía, que no saben ver, lo que durante más de diez años les pusimos delante de los ojos. La pregunta que nos hacemos es si no comprenden o acaso no quieren comprender.

Ahora, a la luz de los acontecimientos de Palestina y debido a los enormes desmontes que se producen como consecuencia de la aprobación de la Ley de preservación de los bosques y del apuro de ciertos gobiernos provinciales y de muchos depredadores por avanzar sobre la selva con pasturas para la ganadería y la caña para la producción de biocombustibles, quedó al descubierto, quienes son los mayores tenedores de tierra y los mayores poseedores de ganado. No es precisamente la vieja oligarquía, derechista, católica y patricia, contra la que embistieron los progresistas durante los días de la crisis del campo, sino una nueva oligarquía prebendaria vinculada con el poder financiero internacional, una oligarquía de origen inmigrante que, como el señor Elsztain, que es miembro de la Jabad Lubavitch, un grupo religioso de fanáticos ortodoxos, que usan barbas, sacos y sombreros negros como en la antigua Rusia, aprendió a vincularse y hacer negocios, con otros grandes financistas como el señor Midlin y el señor Soros, en los bares y en los hoteles de Tel Aviv, y que en algunos casos, tal como el señor Elsztain a pesar de ser de origen argentino, son dirigencia del Consejo Judío Mundial, el gran sostén norteamericano del Estado de Israel. Cuando nos informamos que hasta las oficinas de Puerto Madero, desde las que se teledirige el poder político en la Argentina, pertenecen a este sector de la nueva oligarquía financiera, comercial y ganadera vinculada al Sionismo, nos preguntamos con razón si acaso, muchos de los desacuerdos tenidos por nosotros con tantos intelectuales de la izquierda progresista, acerca de la interpretación de la realidad argentina, no fueron más que la consecuencia de sus complicidades intelectuales con las fuentes de financiación que los subsidian. Así de sencillo y de terrible nos lo estamos planteando y debemos confesar que nos es doloroso preguntarlo, porque a muchos de esos intelectuales les hemos tenido un gran respeto.

Que la política excluya lo ecológico resulta cada vez más demencial y nos sorprende que sean tantos los que no puedan comprenderlo. De hecho ya no resulta una insensatez, sino algo mucho más grave todavía: la insensatez deviene en este caso un acto liso y llano de suicidio por estulticia extrema. No se puede salir de una crisis de sobreproducción y de sobre consumos con más de lo mismo, o sea incentivando el consumo…. No podemos tener por consejeros a los mismos personeros de los poderes financieros que nos condujeron a la debacle que vivimos. Y lamentablemente es lo que se hace. Si frente a las mayores amenazas al Capitalismo de los últimos ochenta años, todo lo que se les ocurre es subsidiar a las empresas automotrices para abaratar los automóviles 0 Kilómetros, y planificar corrales de engorde para cientos de miles de terneros que no tienen destino por falta de políticas lecheras, estamos evidentemente, muy, pero muy mal. Estamos en el paroxismo de la insensatez y de la estupidez, y por ello mismo obligados a comprender que no tenemos dirigencia, y que deberíamos comenzar a tomar el destino en las propias manos. Esto que propongo, no implica la confrontación, ya que desgraciadamente la construcción de la confrontación, parte corrientemente de las mismas reglas que quedaron sin sustento de razón en medio de la insensatez y la debacle. No estamos por otra parte, pensando en cambiar los protagonismos para continuar igual, sino que pensamos en modificar las reglas para generar un proceso de emancipación que le permita al común reempoderarse del propio poder que ha ido cediendo con el tiempo. Estamos sugiriendo actuar en los innumerables espacios que a diario se nos abren, espacios que son como hemorragias por donde se diluye el poder de la centralización y de los proyectos de Crecimiento, a la vez que se acrecienta el poder de la descentralización y de los desarrollos humanos, que es el poder nuestro, que es nuestro poder... Estamos sugiriendo actuar en esos nuevos territorios de la creatividad social, para establecer nuevos escenarios de reflexión y de reconstrucción de la comunidad. Ellos, tal como en Palestina, como en Alto Palermo y en los Shopping de los que son dueños, tal como en los nuevos edificios torres de Puerto Madero, en los desiertos verdes de la soja o en los desmontes salteños, han optado decididamente por el partido de la gran escala y del Crecimiento, que es el partido de la muerte, de la debacle financiera y del colapso ambiental. Nosotros, cuando hablamos de emancipación, de Ecoconsumos, de Soberanía Alimentaria, de preservación ecológica, de parto y de medicina natural, de reemplazar las bolsitas de polietileno, de producciones sustentables de alimentos sanos, de mercados de cercanías o de respeto por los desarrollos locales, estamos apostando a favor de la vida y de una Sociedad más justa, en que la felicidad sea un objetivo tanto deseable como posible. No podríamos perder esta guerra pese al martirio de Gaza y pese a que estos nietos y bisnietos de inmigrantes paupérrimos, son hoy la nueva oligarquía financiera que ha tomado el poder, y por más que parezca que ellos vienen ganando esta guerra, porque si ellos, realmente la ganaran, sería el definitivo triunfo de la insensatez, el desprecio irreversible por la poesía, por todo lo bello y por todo lo humano que la historia ha conocido y valorado, y por tanto el suicidio de la especie y el final del Planeta que habitamos. .

Jorge Eduardo Rulli
http://horizontesurblog.blogspot.com/

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