domingo, 19 de octubre de 2008

Para Aportar el Debate CARTA ABIERTA

Carta Abierta II
Córdoba, pasado y presente

Somos conscientes de que vivimos un momento excepcional en el país, en Latinoamérica y en el mundo. Excepcionalidad que se expresa en la necesidad de discutir proyectos que nos conduzcan a construir una nueva democracia participativa, soberana y con justicia social, luego de haber sufrido en Argentina una violenta ofensiva de los sectores más conservadores de derecha; y sumergidos ahora a las inesperadas consecuencias sociales, producto de una vertiginosa crisis de la economía especulativa del sistema financiero a nivel mundial.
Nos sentimos parte de un espacio colectivo que surgió en distintos puntos de país, con el desafío de constituirnos como un observatorio social y un laboratorio de ideas, cuyo punto de partida es considerar de máximo interés político la presente circunstancia histórica latinoamericana, en la que se inscribe, no sin paradojas, no sin ambigüedades y no sin contradicciones, la actual experiencia política social en la Argentina.
Con la convicción de que la democracia es capaz de promover transformaciones radicales, bajo el presupuesto de que la "invención democrática" aloja en su interior una posibilidad emancipatoria no explorada aún, Carta Abierta se propone inducir y acompañar una deriva popular de sus contenidos, contribuir a orientarla hacia una producción continua de igualdades jurídicas, económicas y políticas, a la vez que a definirla no sólo como un respeto de las diferencias sino como un deseo de que las haya.
Estamos urgidos por la necesidad de una relectura de la realidad y de la historia, capaz de cuestionar nuestras antiguas certezas y buscar las palabras para definir un proyecto nacional y popular, en una encrucijada de memoria e invención.
Nos hemos unidos desde Córdoba a los distintos pronunciamientos de los espacios Carta Abierta en la disyuntiva nacional. Hoy queremos hablar de nuestra realidad local y convocar a recuperar y proyectar una cultura política que supere la actual desolación del pensamiento crítico y su ubicación actual en las antípodas de su mejor tradición histórica.

El pasado

Cuando hablamos de memoria nos referimos a una tradición que se identifica con el Movimiento Reformista Universitario de 1918; con las corrientes intelectuales que ejercieron en plenitud el pensamiento crítico, como Bialet Massé, Deodoro Roca, Saúl Taborda, José Aricó, como muchos otros; con los grandes movimientos de protesta como el Cordobazo y el Viborazo; con un movimiento obrero que parió líderes como Agustín Tosco, Atilio López, René Salamanca, entre otros; con las experiencias clasistas de los trabajadores de Sitrac-Sitram; con el compromiso de los militantes populares desaparecidos y muertos durante la dictadura genocida; incluso, con sus gobernadores progresistas, como Cárcano, Sabattini y San Martín.
Esa Córdoba combativa existió y fue destruida, dejando el miedo como saldo. Destruida por el llamado "Proceso de Reorganización Nacional" que, bajo el apoyo directo de los EEUU, logró instalar en lo político un terrorismo de Estado y en lo económico sentar los cimientos de un modelo neoliberal.
La represión de la última dictadura fue sin límites: asesinó y secuestró a miles de militantes de organizaciones políticas y revolucionarias, a dirigentes sindicales, familiares, amigos y hasta personas simplemente sospechadas de oponerse al régimen. Esta represión había comenzado en 1975 con la Triple A y el Comando Libertadores de América. Se profundizó con los genocidas de charreteras y galones, a partir de 1976, dejando como herida abierta una lista interminable de muertos y desaparecidos. Esta persecución sin precedentes marcó a fuego la realidad cordobesa, donde se enseñoreó el miedo, en tanto muchos políticos, funcionarios judiciales, autoridades eclesiásticas, periodistas, por convicción o por supervivencia, compartieron las reuniones y los brindis con los asesinos. Por mucho tiempo el espectro de Menéndez flotó sobre la ciudad atemorizada.
Las políticas económicas neoliberales completaron la destrucción. La Córdoba combativa, la del movimiento obrero-estudiantil, estaba vinculada a la ciudad industrial, a sus trabajadores que agremiados habían logrado conquistas importantes; como también a la Universidad Nacional de Córdoba, símbolo y expresión genuina de la cultura y de la renovación. El conjunto de estos espacios fueron humillados y vaciados de pensamiento crítico. Sus pensadores más lúcidos y muchos de sus jóvenes más inquietos fueron perseguidos, torturados o desaparecidos. Mientras que no pocos debieron seguir los caminos del exilio.

El presente

La afirmación de Carta Abierta Buenos Aires de que lo grave y lo trastocado corren de la mano en el laberinto argentino, en Córdoba lo vivimos de manera muy profunda. La nueva derecha para nosotros es casi una vieja derecha, que desde la recuperación democrática se ha venido instalando, profundizándose a partir del gobierno de De la Sota y que se prolonga con el gobierno actual.
Esa "nueva" derecha –la cual se fortaleció sobre los despojos de aquel pasado combativo- ha tenido la habilidad de crear la sensación que todo sucede como si fuera una cosa, pero es otra. Como si fuera progresista, pero es retardataria; como si fuera liberal, pero es autoritaria; como si fuera popular, pero es elitista; como si fuera participativa, pero es verticalista. Incluso como si fuera peronista –en su versión original-, pero es el más acabado modelo neoliberal.
El orden neoliberal cordobés se estructuró bajo las alas seguras de quienes ostentaban y ostentan el poder económico en la Provincia: las grandes empresas, alguna vez familiares –de los Astori, de los Roggio, de los Pagani, de los Urquía, etc.- que convergen en la Fundación Mediterránea, nervio central del poder hegemónico y donde se han recostado y se recuestan los dirigentes políticos de los partidos más tradicionales. De ese maridaje entre poder económico y dirigencia política surgió, por ejemplo, uno de sus hijos dilectos con proyección nacional: Domingo Cavallo, artífice del modelo neoliberal menemista de los ´90.
El proyecto cordobés es el intento quizá más sólido de pertenencia a ése modelo. Heredero de la teoría del fin de las ideologías, considera que las nuevas formas del capitalismo financiero es un hecho natural que tiene leyes inexorables y que la única posibilidad es su acatamiento. La función del Estado, reducido a su mínima expresión, es asegurar el desarrollo de los intereses de los grupos más concentrados, merced al control de los ciudadanos, la exclusión social y la represión si fuere necesario, incluyendo la judicialización de la protesta.
Dentro de esta concepción, a los gobiernos sólo les resta una función de "gestión", palabra mágica incorporada al modelo cordobés, porque de alguna manera –como lo explican los teóricos- es posible crear un mundo "más allá de las izquierdas y las derechas", sin confrontaciones ni antagonismo, liberándonos de las ataduras ideológicas. Así se crea el espejismo de que la "gestión" es un camino único y lógico, un descubrir de repente que hay una manera "natural" de resolver los problemas que evita los conflictos porque ya las soluciones no se fundan en valores ideológicos, porque hay un "sentido común", una lógica que no es otra –curiosamente- que las respuestas del capitalismo neoliberal, de cuya hegemonía no se ha liberado ningún dirigente o fracción política expectable en nuestra realidad.
La política se vacía de contenido. Los partidos estallan por los aires y se convierten en meras agencias de colocación. Agotados en su representatividad, fueron reemplazados por líderes personalistas, que ejercen el verticalismo en las decisiones y el "dedismo" en la vida interna. Los dirigentes políticos y sociales, con pocas y honrosas excepciones, se hicieron afectos al "travestismo" e inauguraron el deporte del "salto canguro", cambiando de lealtades según la ocasión. Este modelo que vende felicidad prohijó líderes posmodernos: sonrisa amplia, con remembranzas kennedianas; facilidad de palabra y don de ubicuidad; imagen pulcra pensada desde el objetivo de la cámara televisiva; pragmatismo y escasez de escrúpulos a la hora de construir poder.
Esta es la argamasa con que se construyó el nuevo Estado, cuyos primeros esbozos los trazaron los radicales Angeloz y Mestre; lo consolidó De la Sota y lo continúa, con hábil demagogia y claro oportunismo, el gobierno de Schiaretti, en medio de una crisis ya indisimulable.

Las consecuencias están a la vista:

El discurso único de la economía fue monopolizado por la Fundación Mediterránea, como centro de producción ideológica de los grupos locales más concentrados y con proyección nacional; su amplia hegemonía tanto en la clase política, donde sus referentes aparecen más como gerentes de empresas que como servidores del pueblo, así como en el mensaje de los medios de mayor influencia, a través principalmente de sus secciones económicas.
En lo económico, tras conseguir el funcionamiento pleno de ley de flexibilización laboral –otra perlita heredada del menemismo–, la consigna fue: "Córdoba mejora cualquier oferta". Así se logró la radicación de empresas, a las que se les concedió inimaginables prebendas que procedían del dinero público: desde infraestructura hasta la liberación escandalosa de impuestos. Se llevó a cabo una reconversión del perfil industrial, transformando la tradición metalmecánica que nos caracterizó durante décadas, por empresas de telecomunicaciones monopólicas, informática y servicios. Empresas de tarifas escandalosas -si se les compara con la media internacional- que, mediante grandes pautas publicitarias en los medios de prensa para cubrirse las espaldas, contratan principalmente a jóvenes universitarios de clase media, a quienes se les hace trabajar en condiciones de explotación.
El endeudamiento externo se convirtió en el eje central de la burbuja económica cordobesa, que hoy hace eclosión por todos lados, con la consecuencia directa de una política de ajuste permanente contra los docentes y los trabajadores del Estado, en ocasiones con la complicidad de algunos dirigentes sindicales que pasaron a formar parte del poder político. El paraíso prometido hace agua por todos lados. Se aprueban apresuradamente en la Legislatura modificaciones al régimen jubilatorio, que no son más que "retenciones" a los trabajadores estatales y a los maestros, mientras afuera la ciudad estalla por las protestas.
El seguidismo y la complicidad del Estado con los intereses sojeros, que no encontraron limitación alguna para su expansión sin límites, con el despojo de las tierras de miles y miles de campesinos y con daños irrecuperables en las personas y en el ambiente.
La entrega de recursos naturales y la escandalosa explotación de los recursos mineros, que la organización popular y los movimientos sociales enfrentan desde hace tiempo con algunos avances.
El ingreso de la salud a la categoría de mercancía que, suprimida su condición de bien social, es entregada inescrupulosamente a la voracidad de las llamadas gerenciadoras; la confusión permanente de gestión pública y negociados, cuya zona de sombras aun no ha podido ser iluminada. Corrupción extendida con participación de empresas beneficiarias, organismos internacionales y los funcionarios de turnos, incluidas prebendas obtenidas de las empresas públicas convertidas en botín de intereses privados.
En lo político, el Estado puramente gestor, prohijado por el modelo neoliberal, con falacias como la rebaja de impuestos, desarrolló una nueva relación social donde el ciudadano pasó a ser un mero cliente, y la política y la participación que le es consustancial fue reemplazada por la promesa mentirosa de "eficiencia administrativa".
El proceso de concentración vertical del poder fue perfeccionándose, superando ampliamente los intentos previos de Angeloz y Mestre. La reforma política convirtió a la legislatura en un órgano del poder ejecutivo. Marketing profuso mediante, la reforma que restringía el papel de la oposición a un grito de protesta en alguna comisión o un pedido de informe que difícilmente se responderá, fue presentada también como una revolución que profundizaba y perfeccionaba el funcionamiento democrático de las instituciones. Se compraron votos para la aprobación de leyes; se hicieron sentar en las bancas a funcionarios que retomaban, por días contados, su condición de legisladores; ahora se eligió de forma arbitraria a un Defensor del Pueblo, cuyo mérito mayor es ser amigo del oficialismo. Pero el punto máximo de vaciamiento institucional fue el sospechado fraude en el último proceso electoral, que provocó un masivo reclamo popular sobre los controles del sistema actual de sufragio. Reclamo que fue absolutamente desoído por el actual gobierno de Schiaretti.
Fieles a esa práctica "gatopardista" viejas reivindicaciones populares fueron usurpadas para vaciarlas de sentido: desvirtuación del mecanismo plebiscitario, aplicado a temas menores y nunca a las cuestiones fundamentales que exigen la participación popular; defensorías del pueblo con uñas recortadas; revocatoria de mandatos con laberintos reglamentarios. Etcétera, etcétera.
En lo social, cínicamente soslayando las verdaderas causas del problema que crece en relación directa con la exclusión, el desempleo y el empobrecimiento acelerado de amplias capas de la población, se planteó como una prioridad el tema de la "seguridad", según la visión clasista de Blumberg, la cual incluye la persecución de la pobreza, la construcción de "ghetos" en la periferia destinados a hombres y mujeres carenciados, y la judicialización de la protesta y su represión virulenta.
Este es el modelo instalado en Córdoba, como un paso adelante para consolidar el modelo neoliberal, y avanzar hacia el país al que quieren retornar los grupos más concentrados de la economía, cuya vanguardia ejercen los grandes empresarios agrícolas. No podemos obviar decir que para ello han contado con la complicidad de los grandes medios de prensa y el acompañamiento de buena parte de la sociedad cordobesa, lo que nos obliga a librar una nueva batalla política y cultural para mostrar una alternativa verdaderamente democrática y popular.

Un nuevo compromiso

El sueño del mundo feliz, ése que se construye "más allá de la izquierda y de la derecha, más allá de la hegemonía, más allá del antagonismo", ha comenzado a derrumbarse. Tras una larga lucha, impulsada por organizaciones de derechos humanos como Madres, Abuelas e Hijos, se logró que, aunque de manera tardía, la justicia llegara y condenara a Luciano Benjamín Menéndez y sus secuaces, en el primer juicio contra la impunidad.
En cuanto al diseño de provincia y país que queremos, vemos con preocupación en las distintas instituciones que pertenecen a la esfera de lo público en Córdoba -Estado Provincial, Estado Municipal y Universidad Nacional de Córdoba- el escaso compromiso y la ausencia de proyectos que impliquen un diseño de políticas públicas a largo plazo, que reviertan el modelo económico basado en la concentración de la riqueza. Proyectos culturales, económicos y sociales que apuesten a una mayor participación ciudadana, dirigidos a defender un país y su soberanía en sintonía con el contexto actual latinoamericano, tendiente a romper con las viejas dependencias impuestas por los EEUU y la usura de organismos financieros internacionales.
Después de largos años, la comunidad universitaria inicia un camino que abre posibilidades para la recuperación de un pensamiento crítico. Camino que se debe profundizar aún más, en aras de salir de manera definitiva de cierto aislamiento academicista, alentando programas y debates que apunten a llenar de contenido, teoría y reflexión este nuevo diseño de país y continente que anhelamos
En estas circunstancias Carta Abierta, con sus diferentes acentos provinciales, ha irrumpido como una aventura política experimental que se suma a esa corriente nacional y latinoamericana que, en una puja clasista, intenta revertir una realidad enquistada por tantos años de neoliberalismo depredador. Y es una lucha que ha de darse sin tregua, con sus contradicciones posibles, errores e intereses contrapuestos, en un nuevo tiempo nacional, popular y progresista que mejore y consolide la democracia en aras de la justicia social. En ese marco, no tenemos empacho alguno en apoyar al gobierno nacional cuando éste intenta dar pasos a favor de una redistribución de la riqueza y la participación; sus intentos por implementar una nueva ley de radio y difusión o la recuperación de Aerolíneas Argentina en manos del Estado. Como tampoco titubeamos en señalarle y exigirle cuando se aparta de ese camino, o no se anima o no quiere transitarlo. En ese campo de ambigüedades, sobresale, por ejemplo, su relación con el modelo cordobés y sus principales protagonistas, que no compartimos. Además de no haber instrumentado aún una nueva política y legislación que contemple la defensa urgente de los recursos naturales del país, así como la protección y el derecho legítimo que desde hace décadas reclaman los pueblos originarios.
Finalmente, convocamos a todos los cordobeses que sientan menoscabada su ciudadanía a ejercerla de la manera más plena; a los dirigentes políticos, gremiales, y sociales a recuperar las convicciones que animaron viejas luchas políticas por las que Córdoba es reconocida en Latinoamérica toda; a los intelectuales y los estudiantes que buscan transformar la sociedad desde la Universidad o desde fuera de ella, a contribuir con nuevas ideas y nuevas palabras que confieran lucidez a la acción colectiva; a las organizaciones populares a rechazar el modelo neoliberal y potenciar un espacio de emancipación social.

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