viernes, 16 de marzo de 2012

DOMITILA CHUNGARA, UNA MUJER SÍMBOLO

ROSA SALGADO
Autora del texto

“Nuestro enemigo principal no es el imperialismo, ni la burguesía. Nuestro enemigo principal es el miedo, y lo llevamos dentro”

BOLIVIA, 1937

Es una de las primeras mujeres líderes de los movimientos mineros de Bolivia. Desde el año 1963 participó en el Comité de Amas de Casa de la comunidad minera Siglo XX, que se enfrentó a las fuerzas represivas de distintos Gobiernos dictatoriales. En el año 1975 representó a Siglo XX en la Tribuna del Año Internacional de la Mujer, organizada por Naciones Unidas en México. Su participación tuvo repercusión internacional. En el año 2007, el Gobierno le entregó la Medalla al Mérito Democrático por su contribución al restablecimiento de la democracia en Bolivia, tras más de 20 años de dictaduras.

Domitila Barrios de Chungara, mujer, indígena, ama de casa, trabajadora, es una luchadora tenaz por los derechos de su pueblo. Activista en lo cotidiano, tiene el coraje de dar a conocer la explotación de los trabajadores bolivianos y una voluntad inquebrantable a la hora de pedir justicia.

Bolivia tiene un patrimonio natural, petróleo, gas, zinc, estaño, hierro, oro, con el que se han hecho inmensas fortunas que tradicionalmente han salido fuera del país. Las grandes multinacionales se han llevado la riqueza a costa de la miseria de sus propietarios por derecho. La inversión en mejorar las condiciones de los trabajadores es una deuda histórica. Hace ya muchos años, Domitila se preguntaba que “si Bolivia es un país tan rico en materias primas, ¿por qué es un país de tanta gente pobre? ¿Y por qué su nivel de vida es tan bajo en comparación con otros países de América Latina?”.

Su activismo y su compromiso le dieron la respuesta: “Bolivia se halla sometida a las empresas transnacionales que controlan la economía de mi país. A pesar de que somos tan poquitos habitantes, esta riqueza no nos pertenece, hay muchos que se han vuelto ricos pero invierten toda su plata en el extranjero”.

Las mujeres trabajaban jornadas de 20 horas diarias para cuidar de toda la familia además de emplearse en otras actividades para aumentar la escasa paga minera: “La primera batalla a ganar es dejar participar a la compañera, al compañero y a los hijos en la lucha de la clase trabajadora para que este hogar se convierta en una trinchera infranqueable para el enemigo”.

a participación de las mujeres en la realidad de la comunidad minera y en la política era para Domitila parte de un todo: “Si la mujer está politizada, si ya tiene formación, desde la cuna educa a sus hijos con otras ideas y los hijos serán otra cosa”.

Domitila representa a mujeres anónimas, silenciadas casi siempre (algunos maridos las pegaban al volver de una reunión del Comité) que han defendido los derechos de los trabajadores y que han pedido medicinas y comida para no morir de hambre de frío y de enfermedades evitables. La propia Domitila tuvo una hermana que murió porque hambrienta comió restos que se encontró en una basura que contenía ceniza de carburo. Mientras, “los señores del estaño” continuaban enriqueciéndose: “la burguesía siempre ha sido brutal, mentirosa y ladrona”.

En junio del año 1967 sonó la sirena en Siglo XX: “Bien-bien fuerte. Dicen que era de un barco”… “¡Cuántas cosas vimos esa noche!”. El dictador René Barrientos envío a las comunidades mineras de Catavi y Llallagua unidades militares para reprimir las reivindicaciones de los trabajadores, era la noche de San Juan: “El ejército planificó todo. Entraron como civiles. Bajaron, metieron bala a todos los que encontraron en su camino. ¡Fue algo terrible, terrible!”.

Miles de personas murieron, entre ellas muchos niños y niñas. Domitila no perdió la palabra y denunció: “No es justo lo que han hecho con nosotros. Si el Gobierno mismo nos ha quitado nuestro salario y lo único que pedimos, es lo que en justicia nos corresponde…Y que nos maten así, no es justo. ¡Cobardes!”:

Dos días después se la llevaron junto a su hija de dos años y la metieron en una cárcel de La Paz. En esta ocasión salió ilesa pero meses más tarde fue de nuevo detenida. Las torturas se llevaron parte de sus dientes y la vida de un hijo al que su cuerpo no pudo contener en su interior y decidió nacer entre palizas y golpes. La acusaron de ser enlace de la guerrilla del Che que en esos años actuaba en Bolivia.


Domitila Barrios de Chungara reflexiona y piensa que se ha conseguido poco o nada después de más de un siglo de pelear contra los patronos nacionales y extranjeros, pero al mismo tiempo espera que la injusticia no sea eterna.

Como suele ocurrir en pocos casos, su testimonio de vida, como ahora el de su muerte, nunca dejó de ser tan incómodo para unos como inspirador para otros
El fallecimiento de Domitila Barrios de Chungara en la madrugada de ayer se ha constituido en un acontecimiento tan simbólico como lo fue su vida.
No es casual que así haya sido, pues hay personajes en la historia de los pueblos a los que su compromiso y el azar del destino parecerían haber escogido para que encarnen lo más representativo de una generación, de un grupo social, de unas ideas e incluso, a veces, de toda una época. Domitila Chungara fue uno de esos personajes.
Chungara —apellido de su marido con el que se hizo famosa, como una prueba de que en tiempos no muy lejanos la causa feminista no tenía el vigor que ahora tiene— falleció en la pobreza después de una muy larga agonía de la que muy pocas de las personas e instituciones que hoy lamentan su muerte se enteraron. Sería una exageración decir que murió olvidada, pues su nombre nunca dejó de ser reconocido, pero tampoco sería correcto negar que muchos de los homenajes que hoy se le rinden le fueron mezquinados aun en las vísperas de su partida y eso se debe, en gran medida, a que su testimonio de vida —y ahora de muerte— nunca dejó de ser tan incómodo para unos como inspirador para otros.

De Domitila Chungara lo que más se recuerda es el rol protagónico que jugó cuando, en 1978, con otras dirigentes mineras, encabezó una huelga de hambre que logró doblegar a la dictadura militar del Gral. Hugo Banzer obligándola a iniciar una verdadera apertura democrática y no un simulacro, como era lo originalmente planeado.

Pero como también suele suceder cuando la perseverancia y consecuencia con los propios ideales es superior a la tentación de hacer concesiones, la persecución de la que fue objeto la líder minera sólo sirvió para multiplicar el alcance de su palabra y de la causa que representaba. Así, en 1975 su voz llegó a ser oída en escenarios internacionales y cuando un año después su testimonio se plasmó en un libro titulado “Si me permiten hablar…” su prestigio trascendió nuestras fronteras.
Con esos antecedentes, en 1978 fue la primera mujer en encabezar, acompañando como candidata a la vicepresidencia al dirigente campesino Casiano Amurrio, una fórmula electoral en representación del hoy extinto Frente Revolucionario de Izquierda (FRI). Y aunque la fórmula no fue del todo exitosa en términos electorales, marcó todo un hito inaugural en el proceso democrático del que aún hoy somos testigos, pues en la figura de Domitila Chungara se sintetizaron causas que aún hoy mantienen plena vigencia como la participación de las mujeres, los campesinos y los obreros en la conducción de nuestro país.
Por todo lo anterior, corresponde rendir un sentido homenaje a esta mujer que supo mostrar coherencia entre lo que promovía y hacía. Paz en su tumba.

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