miércoles, 12 de agosto de 2009

La salud no se mendiga, se exige



POR UN BICENTENARIO SIN HAMBRE
7 DE AGOSTO JORNADA DE PARO Y LUCHA POPULAR
RECUPERAR LO NUESTRO EN PROYECTO SUR


San Cayetano no mendiga salud, la exige

Por Nicolás Alessio

Estamos carentes de salud. Amenazados. De aquella salud que es calidad de vida, vida fecunda, vida que vale la pena vivirse. Tener salud es condición de nuestra felicidad. Dice nuestro pueblo “mientras tenga salud”…y claro. Porque hay fuerzas para trabajar, para luchar, para emprender el futuro. Sin esas fuerzas no hay vida posible. Hemos sido agredidos. Nos han enfermado. No nos sentimos cuidados, acompañados, estamos desnudos, en la intemperie. Y para los empobrecidos es siempre peor. Sin recursos, sin medios adecuados, sin posibilidades. Y a veces nos gana el miedo, el pánico, y tenemos la tentación de gritarle a Dios. Pero, la epidemia, pandemia…no es castigo de Dios, no es una prueba de Dios. Al contrario, nuestro Dios es el que quiere un pueblo sano-salvo. La enfermedad se enfrenta con solidaridad y cuidados entre todos. Ni pánico ni “sálvese quien pueda”. No se trata de una maldición del cielo ni de un azaroso dictado del destino. La epidemia de gripe A(H1N1) surgida en México tiene responsables concretos: la empresa estadounidense Smithfield Foods Inc., la productora de carne porcina más importante del mundo con sus gigantescos criaderos de cerdos que esta transnacional posee en el pueblito mexicano de La Gloria –cuyas condiciones higiénicas y de hacinamiento son espantosas– como el origen del flagelo. A la empresa no le importa, sostiene negocios por mas de 12 millones de dólares, sin contar que ha sido frecuentemente acusada de contaminar agua, suelo y aire, y de no respetar los derechos de sus trabajadores. Por otro lado, el negocio de los laboratorios: la empresa multinacional suiza Roche, la cual le revierte el 22% de los beneficios anuales por las ventas de Tamiflu. Y, a río revuelto, también se esconden otras muertes, otras pandemias aún, mas graves: desnutrición, chagas, malaria, neumonías, empobrecimiento. Pero éstas son muertes que no sorprenden. Ya nos acostumbramos. ¿Hay responsables de lo sucedido y de lo que todavía no hemos superado? Cayetano, atento a las epidemias de su época, no suplica por salud, la exige. Cubría personalmente a los pobres y los pacientes de las enfermedades repugnantes. "En el oratorio rendimos a Dios el homenaje de la adoración, en el hospital le encontramos personalmente"(cfr.http://corazones.org/santos/cayetano.htm) Tener salud es un derecho de los pueblos. Y nosotros también lo exigimos, lo reclamamos. Por los enfermos no rezamos, los cuidamos. San Cayetano fundó los hospitales para “incurables”, aquellos que nadie quería mirar, aquellos que eran excluidos y olvidados. Nosotros lo exigimos a los responsables, a los que gobiernan, a los que legislan, a los dueños del poder. La salud no se negocia, se cuida, se reclama.

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