sábado, 5 de abril de 2008

el Kausa comparte su editorial

Capacitándonos para acortar distancias

Las Jornadas Pastorales de Febrero fueron intensas. Estudio, reflexión grupal, debates, lecturas, oración, contemplación. También encuentro, amistad, afectos, tiempos serenos de respiraciones hondas, de bailes y masajes curativos. El primer esfuerzo fue reconocer a los y las “distantes”. ¿Quiénes están lejos de nosotros? Esos quienes de la propia familia, de los vecinos, de los compatriotas, de la comunidad. Y tratamos de ponerles nombres y reconocer los rostros de esos quienes. Luego, la pregunta ineludible: ¿por qué están lejos, en “la otra orilla”? ¿Somos nosotros los que nos alejamos, son ellos los que se van? ¿Somos nosotros los que juzgamos, condenamos, criticamos, eludimos, expulsamos o simplemente cerramos todas las puertas? Y fuimos descubriendo prejuicios, preconceptos, miradas poco comprensivas, actitudes poco inclusivas, de cada uno, de nosotros como comunidad, de nuestro grupo ideológico o social, de nuestra misma Iglesia. ¿A cuántos consideramos pecadores, defectuosos, inmorales, lacras sociales, peligrosos, escoria…o simplemente “extraños”, “raros”? Luego quisimos mirarnos en el espejo de Jesús. Aquél que fue acusado por los puros y practicantes estrictos de la religión, de “comer con los pecadores”. Jesús acorta distancias con los que la sociedad hipócrita de su tiempo había distanciado. Y en los relatos de la perla y el tesoro escondido nos señalaba que hay tesoros y perlas que no las tenemos nosotros y que hay que encontrar. Tal vez, esas perlas y tesoros están en aquellos distanciados.
Decidimos entonces pensar tareas concretas. Y descubrimos la necesidad de trabajar en dos direcciones: la mujer y los jóvenes. Las estadísticas marcan que en nuestros barrios hay una mayoría de mujeres que son “sostén del hogar” trabajando en casa y fuera de su casa, haciéndose cargo también de sus hijos y de los hijos de sus hijos. Todos los problemas de la inseguridad, de la violencia infantil, de la drogadicción, del alcoholismo, de la deserción escolar, de maridos golpeadores, del embarazo precoz…todo cae sobre el cuerpo de la mujer. Y decidimos también trabajar con los jóvenes. Hay una inmensa mayoría de jóvenes desocupados y sin estudios, fueron “niñitos” de nuestros comedores en la década de los 80 y 90, pero ahora ¿quién los contiene? El alcohol, la droga y la violencia golpean fuerte en sus vidas. El desafío es inmenso. Solos no podemos. Vamos a trabajar con las instituciones y organizaciones de la zona. Y también queremos contar con todos y todas que tengan ideas, proyectos, ganas y decisión. Caminar la pascua de la resurrección, es poner vida nueva en estos mundos complejos. Complejos, pero llenos de posibilidades.

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